BIENVENIDO/A

Espacio de relajación y reflexión, el diván tiene sus orígenes en la antigüedad al discurrir a largo de las paredes de las viviendas romanas más acomodadas y constituir en la arquitectura palaciega islámica una estancia privada común para el reposo y el deleite.

"El diván de Nur" viene a ser un lugar virtual para la catarsis que provocan enclaves, historias, vidas, ciudades, sitios y paisajes del mediterráneo.


Una mirada introspectiva, retrospectiva y exploratoria por al-Andalus, el Magreb y la diversidad cultural del Mare Nostrum de una historiadora en permanente búsqueda

martes, 14 de agosto de 2018

Memorias de Asilah

Vuelvo de unos días de retiro en Asilah (Norte de Marruecos), más propios del bullicio del mes de Ramadán donde caminar, encontrar cafés y sitio en las playas urbanas se hace difícil ante un enorme gentío llegado de todas partes del país. 
Siempre que regreso a Marruecos me encuentro con sorpresas inesperadas pero no creía que en Asilah pudiera toparme con dos mausoleos de dos andalusíes cuya biografía desconocemos y que por el momento disponemos de información oral. 
Se trata de Sidi Tayib al-Bakali y Sidi Abi al-qanadilí (el de los candiles). Dos de tantos hombres piadosos peninsulares medievales cuyas buenas obras, tumbas y recuerdos pululan por doquier en el Magreb.
Conseguí mi objetivo, entrar al Palacio de Raisouli. Subí a la torre de los portugueses (no visitable) cuyo ayuntamiento persigue una futura puesta en valor y lo más importante, mantuve gratas conversaciones con las gentes de la medina, por el momento mi medina marítima favorita de todo Marruecos.

Palacio Raisouli. Asilah
Calle interior Palacio Raisuli. Antiguos calabozos.
La revitalización y transformación de la medina se debe al ministro y alcalde de Asilah, Benaissa, que propició el festival de las artes. Éste viene celebrándose desde 1978 y ha ido involucrando a artistas, artesanos y ciudadanos en la rehabilitación de sus calles, edificios, dinamizándola y dejando hermosas y efímeras creaciones en sus muros, puertas, pavimentos y fachadas con intervenciones y atmósferas únicas y cambiantes.
En una de sus calles me atrapó la cálida y suave voz de un joven que cantaba por el grupo de rock andaluz Medina Azahara e interpretaba un tema de un cantautor argelino que todavía hoy no consigo localizar por las redes.

Cantante de la medina de Asilah
Pintura naïf. Tienda artística de la medina de Asilah.
Cómo no recordar a un vendedor de souvenirs, con el que me paraba todos los días y me hablaba de las costumbres perdidas de Asilah, de las familias españolas que hace unos cincuenta años se fueron yendo. Me llevo de él su simpatía y tres regalos.
También hallé en mi última incursión por la pequeña y pintoresca medina, una tienda de anticuario de un valor incalculable.
Dos guías de oraciones de bolsillo del siglo XIX llamaron mi atención. 
Enfundadas en cuero trabajado, sus hojas de pergamino reproducían miniaturas que evocaban los códices medievales. Evidentemente eran piezas de museo cuyo precio sólo es posible para quienes subasten e inviertan en obras de arte. Joyas bereberes, máscaras africanas, y otras piezas resultaban también muy atrayentes.


Buraq. Pieza de una tienda de antigüedades. Medina de Asilah.
Una pequeña representación en bronce de Buraq, (البراق) me invitó a sostenerla. Su técnica e iconografía recordaba a formas zoomórficas andalusíes de los leones de la Alhambra y la decoración vegetal de su cuerpo a los cervatillos de Madinat al-Zahra, tanto los españoles de los museos arqueológicos de Córdoba, Madrid como el de Qatar. 
Buraq es un animal mitológico, semejante a un caballo o un híbrido y aparece vinculado a Mahoma por ser según la tradición islámica quien trasladó al profeta de la tierra al cielo en un viaje nocturno. 
Cuando el arcangel Gabriel se le apareció, limpió su corazón con agua bendita. Luego,  Buraq le transportó a la velocidad de la luz a los siete cielos para recibir la revelación de Allah trasladada después al Corán.
De todo ello Aziz, el anticuario, me hablaba mientras yo sostenía esta hermosa reproducción de principios de siglo XX. Había otras representaciones de Buraq sin cabeza. Más felinos, pequeños y estilizados poniéndose así en entredicho que el arte islámico no es tan antifigurativo como se suele creer. 
Pero no sólo Aziz atesoraba patrimonio islámico sino sefardí. 
Nos mostró hanukiyas,  azulejos, cerámicas de casas de la mellah de Fez cuyos inquilinos abandonaron y entre cuyas ruinas se hallaron hasta ejemplares de la revista Sefarad. 

Revista Sefarad hallada en una casa sefardí de Fez. 
Placa labrada con la estrella de David procedente de una antigua casa sefardí en Fez.
No quisiera cerrar mis impresiones de aquellos días sin mencionar a Tawfiq Louzari quien el destino puso en nuestro camino. Me asombra su amor, entrega, abnegación y compromiso por Asilah, tanto que me provoca envidia sana por el ejemplo que podría dar a muchos de nuestros concejales y alcaldes.
Tawfiq es el primer teniente alcalde de Asilah a la que se dedica en cuerpo y alma. 
Hace verdaderos malabares para impulsar el desarrollo de un municipio de 35.000 habitantes (200.000 en verano) donde la centralización administrativa, la burocracia, la escasez presupuestaria y la propia legislación, ponen las cosas muy difíciles. 
Atiende con cariño a muchos ciudadanos que aguarda haciendo todo lo que está en su mano y saltando cientos de obstáculos para superar dificultades.




Desde aquí, la otra orilla, Tawfiq, te deseo todo lo mejor. Fue un placer conocerte y te agradezco enormemente haberme sumergido en la Asilah diaria, con sus retos, inconvenientes y desafíos. La Asilah que visito no como turista sino como analista de su pasado y su presente.

Con sus puestas de sol de infinitos horizontes, el rumor de sus olas, la blancura de sus calles, la humildad y sonrisa de sus gentes, las gratas palabras, el espíritu de las artes. 
Asilah queda y seguirá quedando en mi memoria.


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