Fez y Qayrawán son consideradas ciudades sagradas en el Magreb y en el mundo islámico no sólo por el significado de sus mezquitas aljamas sino por la presencia de dos personajes cuyos santuarios gozan de gran veneración.
La
palabra madrasa, también conocida por medersa o madraza, deriva del árabe
madrasa, (مَدْرَسَة) considerándose lugar donde se imparte enseñanza de carácter
religioso. No parece que existiera en
los primeros tiempos del islam y probablemente fueron los selyuquíes quienes
construyeron las primeras en Persia a principios del siglo XI, si bien en
Turquía adquirieron carácter multifuncional al disponer de un área de enseñanza
médica, un maristán, espacios asistenciales y un mausoleo.
La
difusión del sufismo en los siglos XII-III dio sentido a algunas zawiyas
entendiéndose como casas donde un grupo de discípulos se reunían en torno a un
maestro o (shayj) estando equipadas para la celebración de reuniones, oración,
estudio y vida comunitaria.
Así,
las zawiyas no son sino lugares sagrados donde yace un santón, un maestro o un
personaje relacionado con el profeta, al que se le rinde culto y donde en el
entorno de su tumba puede edificarse un espacio de enseñanza a modo de madrasa,
con espacios de retiro, oración y de estudio. De hecho, en el Magreb, los
mausoleos llegan a convertirse en
centros de peregrinación y congregación de fieles (como ocurre en Qayrawán y
Fez) de todo el país, donde la veneración roza prácticas de religiosidad
popular.
Los
principales caminos que parten de la principal puerta de la medina de Fez, Bab al-Boujloud, conducen no sólo a la
mezquita aljama Qarawiyín sino a otro espacio de veneración: el Mausoleo-zawiya
de Moulay Idris.
Moulay
Idris no es sino Idris II, fundador de la ciudad y considerado una especie de
patrón en Marruecos. Su tumba forma parte de una mezquita, el primer oratorio
donde se celebró la primera oración del viernes. Hasta el siglo XIV mantuvo su
planta original y durante unas obras de reconstrucción se hallaron las
reliquias. Habría que esperar tres siglos después para que dicho espacio
sufriera transformaciones más significativas.
El
sultán Mulay Ismail, alzó el sepulcro del santo en un baldaquín de madera y
damasquinado de cobre y oro, rodeado por numerosas columnas de mármol. También
cubrió el espacio sagrado con remate piramidal verde, añadió una espléndida
fuente en el patio y levantó su característico alminar, el más alto de la
medina. En el año 1824, Mulay Abd al-Rahman, fundó una nueva mezquita en una
casa anexa que concentra toda la variedad decorativa del conjunto.
Mausoleo-zawiya de Moulay Idris. Fez.Marruecos |
El
resto de las zawiyas de Fez, aproximadamente una docena, se relacionan con
santones místicos, cuya doctrina en ocasiones sigue estando viva como el caso
de la tariqa tijanija que recibe el nombre de su fundador Sidi Ahmed Tijani,
muerto en 1815 y enterrado en Fez.
A
pesar de que los espacios de enterramiento colectivo se ubicaban a extramuros,
es frecuente que algunas medinas magrebíes salpiquen sus manzanas con zawiyas y
mausoleos.
Algunas
zawiyas suelen disponer de espacio de oración, un patio o una habitación para
un portero/a-cuidador/a. Las más simples, de planta cuadrangular y cúpula que
alojan el catafalco del santón, pueden confundirse con mausoleos.
En
Qayrawán, considerada la cuarta ciudad santa del Islam después de La
Meca, Jerusalén y Medina, perviven una cincuentena de ellas. La
Zawiya-madrasa de Abu Zama’a al-Balawi, un compañero del profeta Mahoma confiere a Qayrawán su prototípica espiritualidad
al decirse que portaba una reliquia del mismo.
Los
orígenes de la tumba se remontan al año 654, fecha del fallecimiento de Abu
Zama’a a causa de una expedición militar contra el ejército bizantino. Patrón
de la ciudad, su tumba recibe visitas de todo el país. De hecho puede presumir
de haber sido durante siglos punto de encuentro en la peregrinación hacia la
Meca.
Dicho
mausoleo se llena especialmente de vida durante el “mawlud”, o fiesta del
nacimiento del profeta en cuya semana se entonan a coro cantos religiosos y las
mujeres ofrecen “‘asida”, una especie de papilla de sémola en honor a la que
los árabes comían en los primeros tiempos del islam. Dichos días resultan
propicios para celebrar la fiesta de la circuncisión y la ceremonia de los
contratos matrimoniales. LLama la atención la acumulación de alfombras
amontonadas en las proximidades del catafalco. No son sino las primeras
alfombras de oración que utilizan las niñas que luego las llevan allí como ofrenda
para que el santo las proteja.
Zawiya-madrasa de Abu Zama’a al-Balawi. Qayrawán.Túnez |
En
el siglo XV la zawiya fue un mausoleo cupulado al que se le rodeó una muralla.
Pero no será hasta al siglo XVII cuando se le añada la madrasa, el alminar y el
resto de las dependencias. Dos hermanos arquitectos de origen andalusí llamados
Ahmed y Mustafa concedieron al conjunto
una peculiar impronta hispanomorisca a la que se luego se añadieron ciertas
influencias turcas, bizantinas y locales.
La
puerta principal da paso a un gran patio porticado en cuyo ángulo izquierdo, un
almacén guarda los bienes hábices del santo. Anexa a esta dependencia está la
madrasa, una sala de oración alargada con mihrab cupulado y dos naves a la que
dan dos patios y las celdas de los estudiantes. La parte reservada al culto
consta de otro patio porticado y la cámara funeraria está cubierta con cúpula
sobre trompas y linternón.
A
pesar de que este monumento está declarado patrimonio mundial por la UNESCO,
grupos salafistas lanzaron amenazas contra el mismo a principios de 2013.
Ciudadanos
de Qayrawán y miembros del ejército han estando velando día y noche por su salvaguarda, dando al mundo un ejemplo
de que más allá de normas y leyes de tutela, los escudos humanos se convierten en
verdaderos protectores de uno de sus símbolos patrimoniales e identitarios más
preciados.