Entré en el “Estambul
Otomano” de la mano de Goytisolo y salí de él con la novela “Aziyadé” del escritor
postromántico francés, Pierre Loti
Un buen amigo me recomendó visitar su animado café
panorámico en el alejado barrio sagrado de Eyüp. Recordar Estambul es volver a
sentir mis pasos por tan fascinante metrópoli entre dos continentes y una
confluencia de sonidos, músicas y lenguas. Pocos días pero intensos antes de que la memoria vaya disipándose.
Gatos y perros pululan conviven y viven naturalmente en la ciudad en perfecta armonía donde los ciudadanos los cuidan y miman. Pero lo primero que me sorprendió de esta gran urbe de quince millones de almas, y ya lo advertía Goytisolo, fue el respeto y la veneración profesada a los antiguos árboles cada vez más escasos por talas masivas. Una antigua creencia turca refiere que los djinns o genios protectores invisibles velan por su integridad protegiendo sus frutos.
Gatos y perros pululan conviven y viven naturalmente en la ciudad en perfecta armonía donde los ciudadanos los cuidan y miman. Pero lo primero que me sorprendió de esta gran urbe de quince millones de almas, y ya lo advertía Goytisolo, fue el respeto y la veneración profesada a los antiguos árboles cada vez más escasos por talas masivas. Una antigua creencia turca refiere que los djinns o genios protectores invisibles velan por su integridad protegiendo sus frutos.
Santuario de Eyüp |
Desde la animada plaza Taksim había un bus directo que me llevaría hasta Eyüp. Eyüp recibe el nombre de Ayyub, compañero de Mahoma y que llegó a la ciudad entre los años 663 y 667 donde murió y fue enterrado. Cuando los
turcos conquistaron Costantinopla Mehmed II encontró milagrosamente
aquí su tumba señalando su emplazamiento con dos plátanos. Luego ordenó
construir un mausoleo y una mezquita en su honor, la más antigua de la ciudad.
Mezquita de Eyüp. |
Estaba muy nublado y las nubes casi parecían hacer juego con el tono grisáceo de la caliza estambuleña. Bandadas de pájaros sobrevolaban y parecían dirigirse a las empinadas colinas de los alrededores donde empezaban a divisarse
escalonadamente las tumbas del enorme cementerio en el que los difuntos desde hace
siglos se afanan por descansar eternamente cerca del santo Eyüp.
Uno de los dos plátanos que según la tradición, indican la tumba de Eyüp |
Un teleférico me elevó al encantador café-mirador llamado Pierre Loti en honor a Eyüp, donde el escritor residió y contemplaba los míticos amaneceres y atardeceres a orillas del Cuerno de Oro. De Loti ya había leído su “Viaje a Marruecos” sabiendo de su exotismo impresionista de principios de siglo XX así como de sus diarios y memorias de Japón, Tahití, Pekín o Senegal.
Pero la portada
de Aziyadé en una pequeña librería, terminó llamándome la atención. Ya
en España, leída Aziyadé, me transporta al Eyüp a principios
del siglo XX, donde Loti vivió su primera gran historia de amor entre
1876-1877 que luego noveló. Entre el enclave que él vio, diferente al que conocí, recuerdo mis pasos y me
acerco a los suyos.
Café Pierre Loti en Eyüp |
La novela, casi autobiografía
personal de su juventud en Estambul entremezcla retazos de diarios, paisajes impresionistas de palabras y escenas costumbristas
como las tardes de café con narguile
bajo los plataneros, las explanadas junto el palacio del sultán, el teatro de
sombras chinescas y las travesías en barquillas por el Cuerno de Oro contemplando rosados amaneceres de palacios
y mezquitas.
Escenas que envuelven sus amoríos con Aziyadé (en realidad Hakidjé); una jovencísima circasiana musulmana que conoció en Salónica y que vivía en un harén del barrio bizantino de Estambul.
Escenas que envuelven sus amoríos con Aziyadé (en realidad Hakidjé); una jovencísima circasiana musulmana que conoció en Salónica y que vivía en un harén del barrio bizantino de Estambul.
Loti fue poco a
poco aculturándose, adaptándose al modo de vida de la ciudad, e incluso se disfrazó de
turco para camuflarse bajo el pseudónimo de Arif Efendi. “Vivo en uno de los más hermosos países del mundo y mi libertad es
ilimitada” (…)Muchas pobres gentes vivirían un
año con las impresiones y peripecias de uno solo de mis días(…)
Entre idas y venidas como oficial de la armada a su buque británico (en verdad francés), se instaló en una casa de
Eyüp rodeándose de dos entrañables amigos que le ayudaron a gestionar citas
clandestinas con su jovencísima amada.
Su fugaz y tortuoso romance convertido en desafío,
exprimía cada noche tal y como refiere: “De aquí a allá el
olvido completo del mundo y de la vida: un sólo y mismo beso comienza por la
noche y dura hasta por la mañana; (…) “Yo admiraba a mi amante. Yo me apoderaba en la última hora de
sus rasgos amados para fijarlos en mi recuerdo. (...)Y este sueño insensato se
imponía a mi espíritu: olvidarlo todo y quedarme con ella hasta la fría hora
del desencanto o de la muerte”.
Aziyadé dibujada por Pierre Loti |
Llegó el momento de la
despedida y de retorno a su buque en un clima prebélico antes de de que los
rusos dominaran Estambul. Aziyadé que no sabía escribir ni leer pidió los servicios de un escribano intermediario a fin de enviarle cartas a Loti.
Loti recibió noticias de que el propietario de Aziyadé, el viejo Abbedín, sospechó de su infidelidad y acabó encerrándola en un cuarto, apartada del resto del harén. Allí murió de pena.
No demasiado tiempo después, Loti regresó y halló Estambul entre cenizas descubriendo la lápida de la joven. Abatido y entristecido, terminó alistándose en el ejército turco, y desertó de la marina inglesa para fenecer en la última batalla de Kars.
Loti recibió noticias de que el propietario de Aziyadé, el viejo Abbedín, sospechó de su infidelidad y acabó encerrándola en un cuarto, apartada del resto del harén. Allí murió de pena.
No demasiado tiempo después, Loti regresó y halló Estambul entre cenizas descubriendo la lápida de la joven. Abatido y entristecido, terminó alistándose en el ejército turco, y desertó de la marina inglesa para fenecer en la última batalla de Kars.
Muerto su personaje y de vuelta a Francia, Loti se
encerró en su casa de Rochefort para escribir sus memorias. Lo hizo en una dependencia que
decoró con las pertenencias que compartió con Aziyadé en Eyüp. Preso de la
melancolía y sumido en un inmenso dolor decidió liberarse de él a través de
esta obra, la primera que escribía y que en un principio no suscitó demasiado
interés. Publicada sin su nombre y un año después de la muerte de su amada, la novela Aziyadé se hizo muy conocida en Francia lanzándole al
estrellato.
Pierre Loti en su salón turco de Rochefort. |
Pierre Loti ante la tumba de Aziyadé |
Trascurrieron así años y décadas pero a pesar de que a lo largo de su vida Loti siguió gozando de amores fortuitos conyugales y extraconyugales, no olvidó nunca Estambul y cada vez que regresaba la tumba de Aziyadé se
convirtió como si fuera La Meca, en su
lugar sagrado de culto y peregrinaje.
©Virginia Luque Gallegos. Todos los derechos reservados. Citar el blog si se toma como referencia.
©Virginia Luque Gallegos. Todos los derechos reservados. Citar el blog si se toma como referencia.