Llevaba tiempo buscando la manera de volver a Tetuán y a Chefchaouen para testimoniar vidas e historias de las familias de origen andalusí, instaladas en el Norte de Marruecos.
No sólo me resultaba crucial horas y horas de consulta de fuentes históricas y documentales sino que debía entrar en el complejo laberinto de la
memoria oral, para hallar en dichas ciudades lo que la UNESCO considera "Tesoros Humanos Vivos".
Hacía
tiempo que había leído algunos estudios de Ibn Azzuz Hakim de la época del Protectorado
y casi me parecía increíble que estuviera vivo. Por prensa supe de su activismo
cuando en el año 2002 dirigió una carta al rey Juan Carlos solicitando la
revocación del decreto de la expulsión de los moriscos, reivindicando sus
derechos, los mismos que en 1992 se planteaban para los judíos sefardíes: el reconocimiento
de su nacionalidad. Con cariño, guardé alguna que otra noticia, algún artículo
y alguna foto donde aparecía retratado en la Alhambra.
Enjuto,
superviviente y sabio, Ibn Azzuz Hakim me parecía casi inmortal, por su
lucidez, sabiduría y memoria. Le llamaban el "último morisco" y siempre pensé que
si el tiempo no corría demasiado deprisa, podría visitarle y gozar no sólo de
su historial de vida, sino de aquel cúmulo informativo heredado de sus ancestros
y tan cuidadosamente custodiado.
Poder escuchar o recoger aquella memoria oral me hubiera parecido tan fascinante o más que consultar un legajo, leer con parsimonia las fuentes históricas o historiográficas o incluso pasar mis dedos por sillares, columnas, cerámicas y otros vestigios de aquellos andalusíes emigrados. Me hubiera hallado ante un hombre-libro, ante un "tesoro vivo", pero mi tiempo y el suyo no pudieron encontrarse. Hoy, seis meses después de su fallecimiento, lamento haber perdido dicha oportunidad y quisiera rendir un pequeño homenaje tanto a él como a esos escritores marroquíes en castellano tan desconocidos y olvidados en la península. Pero quien mejor que el profesor Mustafá Akalay lo haga a través de este artículo publicado en el Diario Melilla Hoy.
Poder escuchar o recoger aquella memoria oral me hubiera parecido tan fascinante o más que consultar un legajo, leer con parsimonia las fuentes históricas o historiográficas o incluso pasar mis dedos por sillares, columnas, cerámicas y otros vestigios de aquellos andalusíes emigrados. Me hubiera hallado ante un hombre-libro, ante un "tesoro vivo", pero mi tiempo y el suyo no pudieron encontrarse. Hoy, seis meses después de su fallecimiento, lamento haber perdido dicha oportunidad y quisiera rendir un pequeño homenaje tanto a él como a esos escritores marroquíes en castellano tan desconocidos y olvidados en la península. Pero quien mejor que el profesor Mustafá Akalay lo haga a través de este artículo publicado en el Diario Melilla Hoy.
In
Memóriam
A
Azzuz Hakim y Jacinto López Gorgé
Han
pasado más de sesenta y ocho años desde que en las páginas centrales de la
revista hispano-árabe, Al-Motamid, el poeta tangerino Abdelkader Mokkadem
publicara un poema en versión bilingüe.
Es
así como en el norte de Marruecos empezó a publicarse una pujante literatura
marroquí de lengua castellana, cuyos nombres más destacados fueron: Driss
Diuri, Mohammad Ibn Azzuz Hakim, Abderrahim Yebbur Uddi, Abdul-latif Jatib,
Mohammad Temsamani, Mohammad Sabbagh.
El
tetuaní Mohammad Ibn Azzuz Hakim es uno de los más genuinos representantes de
la vertiente más puramente literaria de la llamada “Narrativa de Expresión Castellana”.
Escritor prolífico Azzuz Hakim, es autor
de una recopilación de expresiones de la literatura popular de las regiones de
Jebala, Gomara y Tetuán. Entre sus obras llama la atención: Pensamientos y Máximas de Al maxdub, Cuentos Populares
Marroquíes, Folclore Infantil de Gomara, Que por la Rosa Roja Corrió mi Sangre y
Cuentos Marroquíes de Tradición Oral.
Si
Mohammad Ibn Azzuz Hakim, es uno de los
impulsores iniciales de la narrativa
hispano-marroquí, Abdul-latif Jatib, no le va a la zaga , como lo muestra su
extenso currículum. Periodista, escritor en lengua árabe, española y francesa,
nació en Tetuán, donde ejerció el periodismo y fue director de la revista Al
Anouar. Apasionado lector de la literatura castellana, tradujo al árabe obras
de Benavente y La Rebelión de las Masas de Ortega y Gasset; y fue el más
destacado traductor de poesía española, como por ejemplo Juan Ramón Jiménez y otros
poetas del 27 en la revista hispano-árabe Ketama.
Revista hispanoárabe bilingüe Al-Motamid. Número 11. 1948 |
Son
sólo dos ejemplos que ponen de manifiesto (Azzuz Hakim y Jatib) uno de los
hitos de lo que se llamó
"Literatura Marroquí de Lengua Española".
El
otro hito lo estableció Driss Diuri, en
un trabajo literario sobre la mujer titulado “Más sobre Zoraida” allá por los
años cuarenta y nueve, en el que dicho autor se presenta como un defensor de
los derechos de la mujer marroquí, planteando la necesidad de su educación y su
incorporación al mundo moderno.
Driss
Diuri, oriundo de Larache, fue un
intelectual que se preocupó por regenerar una larga tradición de convivencia
entre Marruecos y España. Dejó constancia de ello como prosista, periodista,
dramaturgo, poeta y traductor.
A
estos tres nombres más representativos de escritores marroquíes de lengua
española, hay que añadir los nombres de los hispanistas Sabbagh y Khattabi.
La mayoría de estos escritores provenían de las ciudades del norte de Marruecos: Tetuán, Tánger, Nador, Alhucemas, Larache, y ejercían a la vez de profesores, periodistas y traductores.
Se
puede hablar de estos creadores como el
embrión de la primera generación de escritores hispano-marroquíes, que
comenzaron a publicar sus trabajos literarios a partir de los años cincuenta en
la revista hispano-árabe.
Al
–Motamid, cuyo comité de redacción contó
con la inestimable colaboración en su
creación de un grupo de poetas melillenses encabezado por Jacinto López Gorgé.
Jacinto, alicantino de nacimiento (03-03-1925) vivió muchos años en Melilla donde ejerció la docencia y mantuvo una estrecha relación con escritores peninsulares y también de Larache, Tánger y Tetuán, tanto españoles como marroquíes. Jacinto era un superviviente del grupo literario de Melilla de los años 50, que estuvo formado por Pío Gómez Nisa, Eladio Sos, Juan Guerrero Zamora Miguel Fernández y él mismo. Poeta y crítico literario desde 1947, desarrolló una gran actividad en el mundo de las letras. En 1949 fundó y dirigió en Melilla, junto a su compañero Pío Gómez Nisa, la revista “Manantial” y en 1952 la colección de libros breves “Mirto y Laurel”.
En 1953 dirigió en Tetuán “Ketama”, revista hispano-árabe que nació con un soneto titulado “Raso y Cubierto” de Miguel Hernández, inédito hasta entonces.En las páginas de los catorce números de "Ketama", editada en Tetuán, capital del entonces Protectorado español, entre 1953 y 1959, hallamos poemas de Juan Ramón Jiménez, José Hierro, Victoriano Crémer, Vicente Aleixandre, Carmen Conde, Gerardo Diego, y otros tantos poetas españoles y árabes de distintas generaciones.
©Mustafá Akalay Nasser. Geógrafo-Urbanista.Profesor Adjunto Universidad Paris 13.
©Virginia Luque Gallegos