BIENVENIDO/A

Espacio de relajación y reflexión, el diván tiene sus orígenes en la antigüedad al discurrir a largo de las paredes de las viviendas romanas más acomodadas y constituir en la arquitectura palaciega islámica una estancia privada común para el reposo y el deleite.

"El diván de Nur" viene a ser un lugar virtual para la catarsis que provocan enclaves, historias, vidas, ciudades, sitios y paisajes del mediterráneo.


Una mirada introspectiva, retrospectiva y exploratoria por al-Andalus, el Magreb y la diversidad cultural del Mare Nostrum de una historiadora en permanente búsqueda

domingo, 1 de septiembre de 2024

Las claves de la felicidad en Séneca. Alberto Monterroso

"Séneca y el secreto de la felicidad” (Berenice 2024) es una oportunidad de reivindicar la vigencia de su estoicismo en nuestros días. Su autor, Alberto Monterroso, doctor latinista y uno de nuestros máximos expertos en el legado del bético de Córdoba, nos lo cuenta de una manera próxima, estilo ágil y necesario sin aditamentos. Con una pluma certera, directa y un análisis atemporal que trasciende, demostrando que aún, el pensamiento senequiano por más remoto que nos parezca, sigue calando en tiempos actuales y tendencias más allá espacios de diferentes culturas, credos y doctrinas. 

Séneca y el Secreto de la Felicidad. Alberto Monterroso
Berenice. 2024

Comienza adentrándonos en los comienzos del filósofo cordobés que aún gozando de los privilegios de su clase por pertenecer a una de las familias más influyentes del senado y del imperio, se vio obligado a batallar los avatares de su salud y su destino. Y así nos muestra una vida inevitablemente ligada al “fatum”, hado o destino. Un destino incontrolable que no tiene por qué implicar pesimismo sino responsabilidad de saber andar por un camino a descubrir con inteligencia y coraje. 
De nada sirve dejar discurrir años, lustros o décadas si el tiempo no nos ha hecho lo suficientemente inteligentes, capaces de anteponer pasiones como el egoísmo, el odio, la venganza, el ansia de poder, la obsesión por el  dinero, o el materialismo. Pasiones  que en suma conducen al vacío, a la estupidez y al fracaso ya que sin reflexión, serenidad y perseverancia no hay peor nave que la que no se sabe pilotar. En verdad, al final fracasan muchos de nuestros planes porque no apuntan a nada ya que para quien no sabe a qué puerto va nunca hay viento favorable. 
Séneca nos aconseja así aceptar nuestras emociones o pasiones inherentes a la naturaleza humana pero debe tenerse acierto para dirigirlas o administrarlas adecuadamente sin que nos dominen. En ese sentido el conocimiento y el arte surgen como instrumento liberador, terapéutico y catártico. Objetiva nuestros deseos y miedos, controla nuestros temores para ayudar a construirnos como seres, en la búsqueda hacia nuestra armonía interior y la libertad.
Monterroso posee una encomiable virtud. La de extraer de la obra de Séneca una serie de claves que pueden acercarnos a la felicidad. 
A través de la vieja consigna socrática “Conócete a ti mismo”, qué mejor manera que construir nuestro mejor castillo interior frente a la voracidad de los reveses que nos pueden deparar las dificultades. O sea, pensar por uno mismo, de manera independiente sin caer en la imitación sabiendo apartarse de lo convencional y huyendo de la multitud “Fuge multitudem”. Eso sí, desde la convicción o amor propio (no egoísmo) que convierte nuestras virtudes en nuestra mejor fortaleza “Si esa parte está segura puede ocurrir el asedio del hombre pero no su toma". 

Alberto Monterroso
La felicidad de este modo no se entiende como un bien que recibimos o intercambiamos sino un proceso de construcción personal, “vincit qui se vincit”. Es decir, vence quien se vence con inteligencia, mesura, equilibro con nosotros mismos y con los demás.  
No se muestra como un bien que recibimos o intercambiamos en mitad de posesiones, status y relaciones . “No hay que buscar un buen amigo solamente en el foro o en el senado. A menudo un buen material se desperdicia por falta de artesano” –decía-. “El mayor bien es tener un espíritu que desprecia las cosas azarosas y se muestra feliz usando su razón. Un hombre feliz (…) es alguien que cultiva lo honesto, está contento con su virtud, a quien la mala o buena suerte quebranta, una persona que no conoce ningún bien mayor que el que puede darse así mismo que tendrá como placer verdadero el menosprecio de los placeres". “Haz lo único que puede proporcionarte la felicidad; aparta y desprecia aquello que brilla y es externo a ti, mira al verdadero bien y goza de lo tuyo, es decir de ti mismo y de la mejor parte de ti".
Séneca por tanto, no nos ofrece la piedra filosofal ni recetas simples o engañosas. Todo se reduce a lo que simplemente hoy llamaríamos, “tomar consciencia plena de nuestra existencia”. Un status que nos equipara a los dioses en lo mundano siempre que elijamos  correcta y libremente el camino de la razón, desprovista de pasiones, deseos, riquezas o los irrefrenables miedos a la vida o la muerte. 

Monumento a Séneca en Córdoba. Puerta de Almodóvar
Aún en las situaciones complejas puede surgir la felicidad, incluso carentes de libertad como le ocurrió al esclavo Epicteto. También en las más difíciles circunstancias de la guerra en la que participó el emperador  Marco Aurelio o acompañando al propio Séneca en medio de sus condenas a muerte. Así le decía a su amigo Lucilio. “La vida está bien abastecida pero nosotros siempre estamos deseosos de más abastecimiento. Nos parece y siempre nos parecerá que nos falta algo. Que hayamos vivido lo suficiente no lo otorgan los años ni los días sino nuestra actividad. He vivido queridísmo amigo Lucilio, cuanto era suficiente. Aguardo la muerte satisfecho”. 
Porque en verdad, Séneca como los estoicos nos invitan a perder el miedo a la muerte naturalizándola, sin sentir miedo, hostilidad o angustia, pero tampoco como enseña de valor ni orgullo.  Hay que pensar a menudo en ella como acicate de aprovechar bien lo que tenemos sabiendo gestionar bien el tiempo que nos queda. O sea, terminar nuestras vidas con el mejor curriculum, habiendo sido una buena persona sin haberse dañado o faltado a nuestra libertad y la de nadie  llegando a la aquiescencia del ser mediante las virtudes. 
En suma al final somos tiempo, y este éste la mayor riqueza que poseemos. “Cada día que has vivido, refería a su amigo Lucilio, lo posee ya la muerte. Sigue haciendo amigo, Lucilio lo que me dices que haces, abraza a todas horas. Así desprenderás menos del mañana si tomas posesión del día de hoy. Todo es ajeno a nosotros, tan solo el tiempo es verdaderamente nuestro”.

Virginia Luque Gallegos. https://about.me/virginialuque
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