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Espacio de relajación y reflexión, el diván tiene sus orígenes en la antigüedad al discurrir a largo de las paredes de las viviendas romanas más acomodadas y constituir en la arquitectura palaciega islámica una estancia privada común para el reposo y el deleite.

"El diván de Nur" viene a ser un lugar virtual para la catarsis que provocan enclaves, historias, vidas, ciudades, sitios y paisajes del mediterráneo.


Una mirada introspectiva, retrospectiva y exploratoria por al-Andalus, el Magreb y la diversidad cultural del Mare Nostrum de una historiadora en permanente búsqueda

lunes, 8 de noviembre de 2010

Sobre la muerte en al-Andalus

Maqbara en Asilah. Marruecos
Caracterizado por su simplicidad y sobriedad, el ritual funerario andalusí solía igualarse al del resto del mundo islámico.
Cuando un enfermo agonizante estaba a punto de expirar, levantaba el dedo índice de su mano derecha para dejar testimonio de su fe en un solo Dios. Una vez fallecido se recordaba el nombre de Allah y la shahada o la mención de la profesión de fe musulmana. 
Cerrados los ojos del difunto, sólo debía de acercarse a él quien estuviese limpio y purificado ya que la persona encargada de practicarle la última ablución era la única que podía verlo cubierto con una sábana. Dicho familiar, pariente o amigo mojaba el cuerpo un número impar de veces y en el último lavado; frotando la piel con hojas de parra, níspero o alcanfor decía: “Dios es el más grande”. ¡Señor, perdónalo, apiádate de él !, al que los asistentes contestaban ¡Amén!.(sura 36). Era la única y última vez que al difunto si era varón se le aplicaba "gashul", preparado de arcilla o tierra de batán, agua de rosas y otras flores aromáticas cuya fórmula a veces secreta, solía hacerse en casa y que usaban las mujeres en el hamman.
Una vez concluido el amortajamiento que consistía en envolver el difunto con tres, cinco o siete tiras de lienzo o lino ungidas en almizcle, alcanfor y otras sustancias olorosas, se depositaba sobre el cuerpo o el féretro una sábana o paño (dos sobre las mujeres) para ser conducido en parihuelas. Algunas fetuas nazaríes señalan que podían añadirse durante el cortejo velos de seda e hilos de oro.
Incluso había quienes como Al-Asili, jurista que vivió en la Córdoba siglo XI quiso ser envuelto en más de un sudario dejando entre los paños, sitio para introducir algunos de sus libros.
En Alcazarquivir, todavía hoy las puertas de la casas quedan entornadas mientras que amigos y parientes esperan la hora del funeral en la calle para conducir el difunto a hombros sobre una parihuela adornada con tallos de flor de áloe.
Luego, en al-Andalus las angarillas perfumadas con algalia, las transportaban los familiares hasta la mezquita; primer alto en el camino seguido de un cortejo que caminaba a pie. 
Si el difunto había sido alguien reconocido por su santidad, la muchedumbre se agolpaba para llevar o tocar las parihuelas y así impregnarse de su baraka lo que  en ocasiones acaba destrozándolas. 
No obstante, las mulas de carga y carros constituían el vehículo de transporte al paraíso tal y como como describe el filósofo Ibn Al-Arabi sobre el sepelio de Averroes en Córdoba.
“ Ya no volví a encontrarme con él hasta que murió.
Cuando fue colocado sobre una acémila, el ataúd que encerraba su cuerpo, pusiéronse sus obras en el costado opuesto para que sirviesen de contrapeso
”.

Los ataúdes de las mujeres nazaríes más afortunadas solían envolverse por una especie de pabellón o catafalco (qubba) a fin de que no se pudieran distinguir su forma física, volumen y altura.
Todo aquel que en la calle viera pasar la comitiva, debía levantarse y acompañar en su dolor a los familiares y amigos del difunto; un ritual que sufría variaciones según la clase social a la que pertenecía el fallecido.
Las mujeres pobres, embadurnaban su cara con hollín gritando y lacerando su pecho y mejillas, justo lo contrario a los sepelios reales donde el sufrimiento se contenía silenciosamente siguiendo un cortejo protocolariamente organizado. Todo apunta que hombres y mujeres fueran vestidos de blanco, color de luto en el Islam y así lo revela el viajero alemán Jerónimo Münzer que en su visita a Granada en el año 1494 presenció un funeral popular por las calles de dicha ciudad.
El sahumerio constituyó un ritual habitual que acompañaba al difunto hasta detenerse en una puerta de la mezquita habilitada al efecto, una vez escuchada la llamada del almuédano. Tras la parada en la mezquita, el cortejo llegaba al cementerio, el imán se colocaba a la altura de la cabeza del hombre, del tronco de la mujer y extendiendo los brazos sobre el féretro pronunciaba la oración por el difunto expresando su nombre “para que lo escribiesen los ángeles”.
Después, una fosa estrecha en tierra virgen se abría para introducir al fallecido que despojado de sus hábitos, se enterraba de costado con el rostro vuelto a la alquibla, siguiendo los preceptos malekíes y recibiendo su última aspersión de agua aromatizada.
Losas, cascotes y adobes solían arrojarse encima de la sepultura siempre con muy poca tierra a fin de que no oprimiese al cuerpo el día del juicio final. También podían depositarse algunas hojas de mirto, cubriéndose en el caso de las clases más privilegiadas con una losa de mármol o arenisca donde aparecía el nombre la fecha del fallecimiento, una aleya coránica, algún epitafio escrito en vida o en ocasiones versos, como así lo pidió el poeta cordobés Ibn Shuhayd en el siglo XI.

En ese mismo día, solía ser habitual dar limosna a los más necesitados a fin de que el fallecido alcanzase un buen sufragio el día del juicio. Una costumbre que encontramos en algunos lugares del Magreb donde se distribuye  pan, mantequilla y miel como símbolo de aceptación de la voluntad suprema. También los familiares más directos guardan el luto durante ese día no cocinando, siendo los parientes, los encargados de llevarles el almuerzo hasta el tercer día.Trascurridas esas tres jornadas se reanudan todas las actividades y se ofrece a los visitantes¸huevos cocidos, almendras y panes de anís con sésamo.
Candil de piquera. S. XI. Balansiya (Valencia) Museo de Historia de Valencia

Los andalusíes solían acudir diariamente durante siete días a la tumba de sus familiares para rezar el Corán y una recitación funeraria bien de día o de noche. De hecho, el hallazgo de restos de candiles en las excavaciones arqueológicas de algunos cementerios se han relacionado con esta práctica nocturna y en algunos casos, el hecho de que se coloquen boca abajo  junto a la  cabeza del difunto, parece emular una vida apagada.
En este sentido en el islam se creía y se cree que de alguna manera el alma del difunto se sitúa cerca del lugar donde murió siendo los ángeles de la muerte: Nakir y Munkar, quienes le interrogan sobre su profesión de fe. Si éste responde correctamente, los ángeles lo elevan hasta el trono de Dios junto a lámparas de crisolita y zafiro. 
Por ello los familiares deben repetir la shahada o principios de la creencia del islam durante el sepelio y  a los días siguientes posiblemente depositaran candiles, bien para facilitar el destino final o para que el fallecido tuviera luz para escribir las buenas y malas obras realizadas a lo largo de su vida, ya que así lo pediría otro ángel llamado Ruman. Una práctica en ocasiones reprobada por algunos alfaquíes.


Munkar y Nakir
En escasas ocasiones algunos cementerios; maqabir (pl. maqabar) han documentado la presencia de fragmentos de jarras que la profesora M. Fierro las vincula con este episodio escatológico por el que se pensaba que durante este interrogatorio final, la tumba emanaría calor que podría sofocarse con agua y vegetación.
Pedro Longás en su estudio: La vida religiosa de los moriscos aludía la costumbre de que los moriscos colocaran en la fosa un pergamino con una sura coránica escrita por el difunto con tinta de azafrán para así sellar su testimonio de fe ante los ángeles y el arrepentimiento de sus pecados. 

Pasados los días, al viernes siguiente, las mujeres acudían al cementerio recitando aleyas coránicas y cubriendo la tumba con palmas para rociarla con agua de azahar, humo de incienso y sándalo dando así por cerrado un ritual iniciado una semana atrás.

Gráfico animado relacionado con el ritual de inhumación islámica

http://www.elmundo.es/elmundo/2004/graficos/nov/s3/entierro.html

©Texto.Virginia Luque Gallegos. Todos los derechos reservados. Queda estrictamente prohibido reproducir los contenidos sin permiso previo del autor.