La aspersión la vemos presente desde los primeros tiempos del Islam bien como hábito higiénico, manifestación festiva u honra a los visitantes. De hecho cuando Mahoma recibió la palabra divina, pidió que le cubrieran con un manto y le esparcieran agua.
Ser rociado con aguas perfumadas en un banquete andalusí denotaba distinción.
Ser rociado con aguas perfumadas en un banquete andalusí denotaba distinción.
Ibn Bassam describe como al-Ma’mun de Toledo con motivo de la fiesta de circuncisión de su nieto Yahya hizo pasar a los huéspedes a una habitación destinada al aseo. Una vez que éstos almorzaron, lavaron allí sus manos mientras derramaban sobre sus vestidos y cabezas aguas de rosas procedentes de botellas y frascos de cristal labrado.
Situación que volvió a repetirse dos siglos después con motivo de una recepción que el sultán nazarí Muhammad V dio en la Alhambra al inaugurarse dos nuevas salas.
Situación que volvió a repetirse dos siglos después con motivo de una recepción que el sultán nazarí Muhammad V dio en la Alhambra al inaugurarse dos nuevas salas.
La aspersión desenfrenada de aguas perfumadas evocaba y sigue connotando en el Magreb hoy júbilo y alborozo. Al término de las oraciones comunes celebradas en la musalla de Córdoba durante la noche de la ruptura del ayuno en ramadán y la de la fiesta de los sacrificios, una muchedumbre recorría la medina.Hombres y mujeres invadían las calles desprendiendo alegría al salpicar sus vestidos con agua de rosas o azahar, lanzando flores y frutos.
Este estallido desenfrenante llegaba a fines extremos en otras celebraciones festivas como "anshara" o "mahrayán" reminiscencia romana que coincide con la Noche de S. Juan cristiana y en la que conviven elementos opuestos como el agua y fuego. Con sentido mágico y profiláctico S. Juan absorbió ritos paganos de origen remoto que adquieren especial significado entre la noche y el amanecer.
En ese día el califa Abd al-rahman III organizaba en Córdoba carreras de caballos, las mujeres regaban sus casas, poniendo hojas de col y de verduras y las gentes del campo extendían sus vestidos al rocío antes de la oración, práctica reprendida nada bien vista por los alfaquíes.
El ambiente terminaba adueñándose de las calles y callejones resbaladizos y empapados, pululados por un gentío que a veces disfrazado y con ganas de divertirse compraba nuevamente isfany y almojábanas, símbolos festivo-hídricos.
Este estallido desenfrenante llegaba a fines extremos en otras celebraciones festivas como "anshara" o "mahrayán" reminiscencia romana que coincide con la Noche de S. Juan cristiana y en la que conviven elementos opuestos como el agua y fuego. Con sentido mágico y profiláctico S. Juan absorbió ritos paganos de origen remoto que adquieren especial significado entre la noche y el amanecer.
En ese día el califa Abd al-rahman III organizaba en Córdoba carreras de caballos, las mujeres regaban sus casas, poniendo hojas de col y de verduras y las gentes del campo extendían sus vestidos al rocío antes de la oración, práctica reprendida nada bien vista por los alfaquíes.
El ambiente terminaba adueñándose de las calles y callejones resbaladizos y empapados, pululados por un gentío que a veces disfrazado y con ganas de divertirse compraba nuevamente isfany y almojábanas, símbolos festivo-hídricos.